Deforestación: Qué es, causas y consecuencias
La deforestación es uno de los grandes problemas ambientales a los que nos enfrentamos en los últimos años. La tala de árboles para generar espacios para cultivos y pasturas, principalmente, es el llamado cambio de usos del suelo y provoca una gran pérdida de biodiversidad.
Se calcula que cada minuto se pierde una superficie forestal de 10 campos de fútbol. Brasil es uno de los países más afectados por este proceso, pero también tienen lugar en otros lugares de África y Asia.
En Europa, por otro lado, se da el proceso contrario: los bosques han crecido en los últimos 30 años. Y España no es una excepción: las masas forestales han crecido un 33%.
Causas de la deforestación
La deforestación y la degradación de los bosques es un proceso causado casi exclusivamente por el ser humano. Como se ha mencionado antes, el principal motivo es la agricultura y la ganadería.
Un 50% de la deforestación en el mundo se debe a la agricultura intensiva para el cultivo de palma aceitera y soja, mientras que cerca de un 40% se debe a la creación de pastos para el ganado. Si miramos por regiones, en África y Asia la proporción dedicada a la agricultura es mucho mayor, mientras que en Sudamérica lo es el terreno ganado para pasturas.
Incluso en Europa, aunque los bosques se hayan expandido, la deforestación existente se debe a la ganadería y la agricultura.
Aparte de estas dos causas, el 10 % restante, aproximadamente, se debe al desarrollo urbanístico y de infraestructuras, y al aprovechamiento de madera, entre otros. Además, el cambio climático intensifica la pérdida de bosques (al mismo tiempo que es una consecuencia).
Consecuencias de la deforestación
En los bosques se encuentra un 80% de la biodiversidad terrestre mundial, entre los que encontramos más de la mitad de las plantas y animales, incluyendo un 75 % de todas las especies de aves. Además, desempeñan un papel clave en la mitigación del cambio climático como sumideros de carbono al poder absorber los gases de efecto invernadero.
Se calcula que, desde 1990, se han eliminado más de 150 millones de hectáreas de bosque. Esto no solo tiene como impacto la pérdida de árboles que puedan absorber carbono, sino que muchas especies han perdido sus hábitats y pueden estar en riesgo de extinguirse.
La pérdida de bosques también implica la desaparición de los servicios que ofrece, como la capacidad de retención de agua en el suelo, evitando las crecidas de los ríos y la erosión del propio suelo, o la regulación climática que ofrecen, sobre todo en zonas tropicales. Los bosques tienen una gran influencia en los patrones de lluvia y sin ellos se puede producir una disminución en la precipitación.
Eso, al mismo tiempo, no solo tiene impacto sobre las especies que viven en los bosques y que ven cómo sus hogares son arrancados, sino que tiene un impacto muy notable en los millones de personas que dependen directamente de los bosques para sobrevivir. Se calcula que los bosques ofrecen más de 80 millones de empleos.
La deforestación en el Amazonas y el resto del mundo
Mucha gente considera que el Amazonas es el pulmón del planeta, pero no es así, puesto que ese papel se lo queda el fitoplancton marino. Aun así, se trata de una gran área forestal que tiene una importancia inmensa y por eso su desaparición es un problema monumental.
Y el gran causante de este daño es Brasil: uno de los mayores exportadores mundiales de soja y de carne. Destruye los bosques para tener espacio para su ganado y para cultivar soja que, a su vez, sirve para alimentar al ganado de todo el mundo. Por ese mismo motivo, el país es uno de los principales importadores de fertilizantes y pesticidas.
Gracias al cambio de gobierno que ha habido en el país, la deforestación ha vuelto a reducirse después de años de crecimiento desmesurado. Aun así, el Amazonas sigue perdiendo superficie forestal año tras año y se calcula que se ha perdido un 80% de toda su superficie.
Pero no es la única zona de Sudamérica que está viendo como su territorio se reduce metro a metro. La otra gran región es el Gran Chaco, entre Bolivia, Paraguay y Argentina, y se considera el segundo pulmón del continente.
En el resto del mundo, Congo concentra gran parte de la degradación de los bosques africanos, en este caso para el comercio de madera mayoritariamente, mientras que el Sudeste Asiático es el principal foco en Asia debido a las plantaciones de palma.
Frenar la deforestación
La acción de los gobiernos, como ha hecho Brasil recientemente, es un paso vital para reducir la deforestación de los bosques. Pero mientras se promueva el comercio de productos elaborados o producidos en zonas taladas, la deforestación existirá.
La Unión Europea aprobó a finales del año pasado un acuerdo para frenar la deforestación importada desde Europa. Eso quiere decir que numerosos productos que se generan en el proceso de deforestar o a consecuencia de ello no se podrán obtener en Europa, disminuyendo su comercio. Para poder cumplir esta ley, las empresas que vendan o comercialicen determinadas materias primas en el mercado europeo tendrán que demostrar que no están vinculadas a la deforestación.
Otra medida para reducir los daños causados por la degradación de los bosques es la adopción de una dieta vegetariana o vegana, puesto que gran parte de la deforestación proviene de la industria y el comercio cárnico.
Como tercera medida, encontraríamos el proceso contrario a la deforestación: la reforestación. En algunos casos, estos proyectos se llevan a cabo para frenar el avance de la desertificación (como la gran muralla verde en África), pero en otros lugares sirve para devolver el bosque a las zonas que han sido taladas e incendiadas.
En España, aunque no haya deforestación o no sea un problema ambiental relevante, hay diferentes iniciativas de reforestación y creación de bosques. Y algunas entran dentro de nuestras iniciativas sostenibles que desarrollamos en Ecólatras: