Lurdeia transforma una finca destinada a eucaliptos en un bosque autóctono. 4.500 árboles plantados —robles, hayas, encinas y abedules— regeneran 5,5 hectáreas. Un proyecto que devuelve tiempo y vida al territorio y al alma de la Tierra.
Lurdeia transforma una finca destinada a eucaliptos en un bosque autóctono. 4.500 árboles plantados —robles, hayas, encinas y abedules— regeneran 5,5 hectáreas. Un proyecto que devuelve tiempo y vida al territorio y al alma de la Tierra.