Estrategias para afrontar la ecoansiedad en tiempos de crisis climática
¿Ecólatras, habéis sentido alguna vez que os desbordan las noticias sobre incendios, inundaciones o huracanes? Esa sensación tiene nombre: ecoansiedad, una respuesta emocional ante la magnitud de la crisis climática. Y es que cada vez más gente la experimenta y, aunque puede resultar intensa, también indica algo positivo: que hay conciencia y compromiso en las personas.
La buena noticia es que existen maneras de gestionarla y convertirla en un impulso para actuar. Desde cuidar la salud mental hasta participar en iniciativas colectivas que generen cambios reales.
¿Qué es la ecoansiedad?
La ecoansiedad describe emociones como preocupación, miedo o angustia provocadas por la crisis climática y sus consecuencias. Es una reacción lógica ante el deterioro del medio ambiente.
Pero lo cierto es que es un problema real. En 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que el cambio climático plantea graves riesgos para el bienestar y urgió a crear políticas públicas que fomenten el apoyo a la salud mental como respuesta ante la crisis climática.
Según Greenpeace, esta sensación se intensifica por la sobreexposición a noticias alarmantes: olas de calor, pérdida de biodiversidad, desastres vinculados a fenómenos meteorológicos extremos… Todo ello alimenta la percepción de riesgo y la sensación de impotencia. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) también advierte de su afectación entre la gente joven, ya que está muy conectada a la información y es consciente de que su futuro depende de decisiones actuales.
Y aquí viene lo más importante, ecólatras: sentir ecoansiedad no significa que algo esté mal dentro de nosotros. El reto está en gestionarla para que no nos bloquee, sino que se convierta en energía para actuar.
¿Por qué afecta sobre todo a la juventud?
La crisis climática no solo está cambiando el planeta, también está dejando huella en nuestra salud mental y la juventud lo nota más que nadie. Un informe reciente de The Lancet, realizado con 10.000 jóvenes de entre 6 y 25 años en diez países, lo deja claro:
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El 59 % de la juventud está muy o extremadamente preocupada por el cambio climático.
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Más de la mitad siente emociones como tristeza, ansiedad, enfado, culpa o impotencia.
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El 45 % reconoce que estas emociones afectan a su vida diaria.
¿De dónde viene todo este malestar? Según el estudio, la falta de acción política y la sensación de abandono por parte del mundo adulto son algunos detonantes clave.
Estrategias para afrontar la ecoansiedad
Gestionar la ecoansiedad empieza por validar las emociones que sentimos. No es un obstáculo, sino una señal de que estamos conectados con lo que ocurre. A partir de ahí, podemos transformar esa energía en cambios concretos:
Conectar con el presente
¿Noticias alarmantes a todas horas? Mejor poner límites. Según Ayuda en Acción, reducir la sobreexposición y elegir fuentes fiables ayuda a rebajar la ansiedad. También contribuye positivamente realizar acciones como salir a caminar, desconectar del móvil, buscar espacios verdes, practicar mindfulness o hacer ejercicios de respiración.
Acción colectiva
Nada quita mejor la sensación de impotencia como hacer equipo. Greenpeace y MITECO coinciden en que participar en proyectos locales, voluntariados o campañas, refuerza la sensación de que sí se pueden cambiar las cosas. Por eso, en Ecólatras hemos creado esta potente comunidad donde la inspiración se convierte en motivación y acción colectiva.
Cuidar el bienestar
Dormir bien, hacer ejercicio y mantener rutinas saludables son esenciales para regular la ansiedad, tal y como señalan expertos en salud mental del Colegio Oficial de Enfermería de Madrid (CODEM). El autocuidado no es egoísmo, es la base para sostener el compromiso ambiental sin agotamiento. Dedicar tiempo a actividades que os relajen como leer, cocinar o practicar deporte ayuda a equilibrar la carga emocional y mantener la motivación.
Buscar apoyo profesional
Si la ecoansiedad interfiere en vuestra vida diaria, acudir a un psicólogo puede ser necesario y clave para una correcta gestión de esa emoción. Según Psicología Dana, la terapia psicológica combinada con activismo saludable es una estrategia eficaz para gestionar sentimientos negativos relacionados con la crisis climática. Cada vez más profesionales están familiarizados con este fenómeno y pueden ofrecer herramientas adaptadas, como técnicas de regulación emocional y poner el foco en soluciones.
Pequeños cambios sostenibles
Transformar la preocupación en acción concreta es otra forma de recuperar el control. Greenpeace y Ayuda en Acción recomiendan empezar por hábitos sencillos como reducir el consumo de plástico, apostar por la movilidad sostenible, elegir productos locales o apoyar marcas responsables. Cada gesto cuenta y contribuye a disminuir la sensación de impotencia porque conecta la emoción con la solución.
Iniciativas inspiradoras
La ecoansiedad no se supera sola, ecólatras, pero en comunidad podemos hacer que se convierta en acción. Sentirnos parte de algo es una necesidad, sobre todo cuando la preocupación por el planeta nos abruma. La ecoansiedad puede ser el motor para encontrar espacios donde compartir, aprender y actuar: nos ayudarán a recuperar la calma, reconectar con lo esencial y transformar la inquietud en esperanza.
Como la comunidad Ecólatras y las iniciativas que acogemos. Son mucho más que proyectos sostenibles, son refugios donde cuidamos el planeta mientras nos cuidamos a nosotros mismos:
1. Eco Finca Tindaya: un laboratorio vivo de sostenibilidad comunitaria
En Fuerteventura, esta finca demuestra que la vida en armonía con el entorno es posible. Agricultura regenerativa, energías renovables y talleres educativos convierten este espacio en un ejemplo de resiliencia y colaboración. Aquí, la comunidad se une para cuidar la tierra y aprender a vivir de forma más consciente.
2. Ovejas y Ríos: biodiversidad y tradición en movimiento
En esta iniciativa de Castilla y León, la ganadería extensiva se convierte en aliada de la conservación. Las ovejas ayudan a mantener los ecosistemas fluviales, reduciendo riesgos de incendios y fomentando la biodiversidad. Una propuesta que une saberes ancestrales con soluciones actuales para proteger nuestros ríos.
3. Oceans4Life – Trash Trackers Comunidad
La contaminación marina es una de las grandes causas de ecoansiedad, pero este proyecto nos devuelve la esperanza. A través de limpiezas colaborativas y seguimiento de residuos en Las Palmas, Oceans4Life crea una red de voluntarios que actúa directamente sobre el problema, demostrando que podemos devolver la vida a nuestros mares.
4. Voluntarios Unidos por una Costa del Silencio Limpia
En Tenerife, la fuerza del voluntariado también se traduce en playas más limpias y conciencia ambiental. Esta iniciativa no solo retira residuos, sino que genera comunidad y educación, recordándonos que la acción local tiene impacto global.