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Qué es la desertificación

Qué es la desertificación

Cambio climático 18 / 10 / 2023

¿Qué pensáis si os decimos que el Sáhara está creciendo? ¿O que el sur de España está en riesgo de convertirse en un desierto? Ambas cuestiones son ciertas y están vinculadas a los procesos de desertificación.

Este fenómeno implica la pérdida de humedad y fertilidad de los suelos. Es un problema que se ha acelerado en los últimos años debido a las acciones humanas directas y al cambio climático. Y un número cada vez más importante de personas pueden verse perjudicadas por la desertificación, sobre todo en regiones desfavorecidas.

 

 

¿Cuál es el proceso de la desertificación?

 

La desertificación es el proceso por el que las zonas con una baja humedad y marcados períodos secos (llamadas tierras áridas, semiáridas y subhúmedas secas) se degradan hasta convertirse en un desierto que impide el crecimiento de las plantas. Sin agua ni nutrientes en el suelo, los organismos vegetales no pueden arraigar ni desarrollarse, lo que impide la aparición de bosques, matorrales o cultivos.

Este proceso no implica necesariamente el avance de los desiertos hacia otras zonas, pero lo favorece. En el caso del Sáhara, que sí está avanzando, la desertificación de las áreas que lo rodean se debe a la sobreexplotación de recursos y a la tala de los bosques situados en sus márgenes y ayuda a la expansión del desierto.

 

Causas de la desertificación

 

 

Esta degradación del suelo se debe principalmente a la actividad humana. Aunque pueda ocurrir mediante procesos naturales, como sequías muy prolongadas y recurrentes, el ser humano es el responsable del gran aumento en la desertificación que afecta al planeta: la sobreexplotación del suelo, la minería, el pastoreo excesivo, la tala indiscriminada y el cambio climático son las principales causas.

Las zonas rurales son las que más están sufriendo estos cambios. Hay que tener en cuenta que las tierras áridas, semiáridas y subhúmedas secas representan un 41% de la superficie terrestre, son los lugares donde se encuentran un 44% de los cultivos mundiales y en ellas viven 2 mil millones de personas.

Es precisamente esta presión humana la que provoca la pérdida del suelo y de nutrientes, favoreciendo la erosión y el proceso de desertificación. 

 

Consecuencias de la desertificación

 

La pérdida de zonas cultivables supone un riesgo para muchas personas, quienes ven como se complica su subsistencia y pueden verse forzadas a migrar a otras regiones para poder sobrevivir. Si ya se está hablando de migrantes climáticos por culpa de los efectos actuales del cambio climático, la desertificación podría provocar un aumento de personas desplazadas, agravando la crisis humanitaria asociada.

Pero no solo las personas pueden verse afectadas por este fenómeno: la pérdida de ecosistemas puede provocar la desaparición de muchas especies y causar su extinción. Un proceso que ya se ha visto en el mar de Aral, convertido casi por completo en un desierto salino, o en el lago Chad, que vio reducido su tamaño en un 95% entre 1960 y 2000.

 

La desertificación en España

 

 

En nuestro país tampoco estamos libres de peligro. España es el país con más riesgo de desertificación de Europa y todo el sur podría convertirse en un desierto. Hemos hablado en ocasiones anteriores del impacto de la sequía, así como de la sobreexplotación que sufren los acuíferos en el estado español (ejemplos de Doñana y Daimiel).

Estos fenómenos pueden poner en riesgo una zona de importancia agrícola con graves consecuencias para las personas, la economía y el medio ambiente. Además, el impacto del cambio climático, sobre todo si se llega al aumento medio de 2ºC, podría acelerar y potenciar más este proceso.

Desde el Instituto Geográfico Nacional se ha elaborado un mapa con las zonas con mayor riesgo de desertización en España y en él queda patente su magnitud en el sur y sureste del país. En total, se calcula que más de 9 millones de hectáreas están catalogadas como zonas con riesgo alto o muy alto.

 

Soluciones contra la desertificación

 

Por suerte, la desertificación es un problema suficientemente importante como para que la alerta internacional logre que cada vez haya más personas, entidades, administraciones y empresas comprometidas en la búsqueda de soluciones para frenar este proceso y preservar la salud de los suelos, los cultivos y las comunidades.

En África hay un megaproyecto que pretende crear una muralla verde inmensa para frenar la desertificación. Esta iniciativa africana propone crear un cinturón de árboles al sur del Sáhara que cruce el continente desde el Atlántico hasta el Mar Rojo, a lo largo de 11 países y con la colaboración activa de las comunidades locales para ayudarlas en su desarrollo.

La reforestación es una de las medidas que genera más interés para evitar la desertificación, pero los árboles plantados requieren de un control constante para evitar que se mueran y que no generen efectos contraproducente en el entorno.

El uso de sistemas más eficientes y sostenibles para los cultivos es otra de las soluciones que pueden ayudar a frenar este problema. Una gestión adecuada de los recursos hídricos, adecuada al entorno, el uso de plantas adaptadas a la climatología local y unos sistemas de cultivo que no fuercen el suelo servirían para mitigar la desertificación y poco a poco revertir sus efectos.

Algunas de las iniciativas sostenibles e ideas de proyectos de Ecólatras pueden ayudar a pequeña escala y replicarlas en otros lugares aumentaría su impacto. Entre las iniciativas más destacadas, sobre todo dirigidas al uso eficiente de agua y su reaprovechamiento, tenemos:

 

Las soluciones para hacer frente a la desertización existen y cada vez hay más personas concienciadas que intentan minimizar los efectos de este gran problema ambiental. Pero es necesaria la colaboración e implicación de todos los sectores de la sociedad para que estos proyectos puedan llegar a tener grandes resultados. Solo con el trabajo colectivo se conseguirá evitar que una parte importante del planeta se convierta en terreno baldío.

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